Descripción
En un rincón lleno de luz y color de la habitación de Mateo, se encontraba una caja emocionante que contenía un HEXBUG nano® Junior. Mateo tenía cinco años y estaba lleno de curiosidad y emoción por descubrir su nuevo regalo.
Con la ayuda de su papá, Mateo abrió la caja y examinó cuidadosamente el pequeño robot. Sus ojos se iluminaron al ver las 12 patas y el cuerpo de goma vibrante del HEXBUG. Mateo estaba fascinado por las cosas que se movían y exploraban, y esta criatura mecánica era exactamente lo que había deseado.
Después de poner las baterías en su lugar, Mateo colocó el HEXBUG en el suelo y observó con asombro cómo comenzaba a moverse. Las patas vibrantes hacían que el robot se moviera de manera inesperada y divertida, y Mateo no pudo evitar reír a carcajadas. Extendió la mano para tocarlo y sintió las vibraciones suaves que emanaban de él.
“Papá, ¡mira cómo se mueve!” exclamó Mateo emocionado. Su papá sonrió y se unió a la diversión, animándolo a tocar los botones en la parte posterior del HEXBUG. Mateo presionó los botones con entusiasmo y observó cómo el robot respondía con movimientos aún más emocionantes.
La habitación se llenó de risas mientras Mateo intentaba “dirigir” al HEXBUG en diferentes direcciones, como si estuviera teniendo una carrera imaginaria por el suelo. A veces el robot giraba en círculos, otras veces avanzaba a toda velocidad y luego cambiaba de dirección bruscamente. Era un juego de sorpresas y diversión que mantenía a Mateo completamente absorto.
Después de un rato de juego, Mateo decidió crear un pequeño laberinto improvisado utilizando algunos libros y bloques de construcción. Con un cuidado meticuloso, diseñó un camino estrecho y serpenteante para su HEXBUG. Cuando finalmente lo soltó en el laberinto, el robot se movió a través de los pasillos estrechos con su característico movimiento vibrante, pasando obstáculos y sorprendiendo a Mateo con su agilidad.
Con el tiempo, el HEXBUG nano® Junior se convirtió en el compañero de juegos favorito de Mateo. Juntos, exploraban nuevas formas de jugar y experimentar con las vibrantes capacidades del robot. Mateo comenzó a inventar historias sobre aventuras en las que su pequeño amigo robótico era el protagonista. En sus cuentos, el HEXBUG era un explorador valiente que navegaba por tierras misteriosas y superaba desafíos emocionantes.
A medida que Mateo y su HEXBUG compartían momentos de risas y juego, también estaban cultivando habilidades importantes. Aunque Mateo no estaba codificando en el sentido tradicional, estaba aprendiendo sobre causa y efecto, resolución de problemas y coordinación mano-ojo. Estas experiencias no solo eran divertidas, sino también fundamentales para su desarrollo en el aprendizaje temprano.
Así que, en los días siguientes, Mateo continuó explorando con su HEXBUG, creando mundos imaginarios y creciendo junto a su pequeño compañero vibrante. Cada risa y cada sonrisa eran un recordatorio de que la curiosidad y el juego siempre podían ir de la mano, incluso cuando se trataba de la maravillosa relación entre un niño y su robot.